El reto
Los hechosLa Paella | Acto 1
Allí estaba yo, con mi camisetita nueva de los domingos, encerrado en la cocina del servicio, enfrentado a un reto inédito en mi, ahora lo se, dilatada carrera como Tonto útil: improvisar una paella para veinticinco.
Lo cierto es que no fue eso lo que me encabronó. Al fin y al cabo, los anfitriones tenían que ocuparse de sus invitados y sus ositos, y los invitados de que ni sus hijitos ni sus cervezas se derramasen en la piscina.
Llegados a este punto, el Tonto útil ya suele ser consciente de la trampa, y las convenciones sociales con las que se suelen regir estos eventos le empujan a ceñirse a lo “políticamente correcto”, poco ruido y muchas nueces.
Lo que querían era una paella, así que me puse manos a la obra.
Lo cierto es que no fue eso lo que me encabronó. Al fin y al cabo, los anfitriones tenían que ocuparse de sus invitados y sus ositos, y los invitados de que ni sus hijitos ni sus cervezas se derramasen en la piscina.
Llegados a este punto, el Tonto útil ya suele ser consciente de la trampa, y las convenciones sociales con las que se suelen regir estos eventos le empujan a ceñirse a lo “políticamente correcto”, poco ruido y muchas nueces.
Lo que querían era una paella, así que me puse manos a la obra.