Lo que más me dolió fue comprobar que no os íbais a conformar con eso, aún os guardábais un as en la manga.

Tras terminar la paella, asistí, ojiplático, al ninguneo del condumio. Si quería que se lo comieran, tenía que servirlo. Fue en ese preciso momento, y no en otro, cuando comenzó a larvarse éste estado, actualmente fuera de sí, de encabronamiento.

Como ya sabéis, mi cisne está en plena acción evangelizante. Es más, no tiene ni idea de esto, por lo que he tenido mucho tiempo para pensar, y no es recomendable pensar encabronado, al menos, no lo es para vosotros.

Yo me estoy divirtiendo mucho...

Te lo advertí, muchas veces, pero tú y tu curiosidad lo han estropeado todo.

Qué ya no me quieres, que he roto una de las normas del tonto útil, que me he quejado. ¡Nunca me lo perdonarás!

¿Pues sabes una cosa? Cuentaselo a quién le interese, a mi no me importa. A mi todavía no me interesa lo suficiente, y si te preguntas por qué, la respuesta que todos buscamos es,

"porque puedo ..."