El Tetris
Los hechosLa llegada | Acto 2
El interior del barrio daba aún más miedo que la carretera asesina. Parece como si alguien hubiera jugado a los dados con las manzanas del barrio y las hubiera dejado esparcidas de cualquier manera. Recuerda a Tokio, pero en cutre. Encontrar la casa entre aquellas callejuelas de doble dirección por las que sólo cabe un Seat Panda fue sencillo, lo complicado era encontrar aparcamiento entre aquel Tetris autista.
Aún así, tuvimos suerte y, tras un par de encontronazos con otros coches participantes en aquel circuito de Blur, conseguimos llegar de nuevo a la carretera nacional, atestada de coches aparcados que aprovechaban hasta el más mínimo resquicio libre para meter el culo.
Tras aparcar, tardamos diez minutos en llegar a pie, 32ºC, a la maravillosa casita de diseño.
Aún así, tuvimos suerte y, tras un par de encontronazos con otros coches participantes en aquel circuito de Blur, conseguimos llegar de nuevo a la carretera nacional, atestada de coches aparcados que aprovechaban hasta el más mínimo resquicio libre para meter el culo.
Tras aparcar, tardamos diez minutos en llegar a pie, 32ºC, a la maravillosa casita de diseño.